Walter Benjamin: literatura fronteriza
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Portada nº 10 de Valtueña |
Con una genial dedicatoria: "A la memoria de mi abuelo Pepe que entraba y salía muy bien de los sitios", el libro vomita con gran placer treinta y siete relatos de incursiones a sitios comerciales. El autor nos cuenta en primera persona. Así, pues, es él mismo el sujeto y objeto de las experiencias. ¿O diría experimentos?Se respira un amor-odio al consumo, un gran conocimiento del medio; crítica, ironía, sarcasmo, a veces duro, otras humorístico, la mayoría mordaz. Aparecen conceptos inesperados: viajes en el tiempo o transmutaciones de lugares. Lo absurdo alcanza niveles mayúsculos, tanto en el uso de los espacios como en las conversaciones o en el consumo de artículos no deseados. Y también afloran sentimientos tales como la dualidad conformismo-protesta, la soledad como castigo o el mirar a los ojos y recibir una respuesta de androide.El comienzo: Entrar en un comercio. El autor nos da varias motivaciones bien dispares. Buscando la amistad, la verdad, la paz interior, la belleza, compañía, el amor, la diferencia entre dirección y sentido. O para orinar, poner una bomba, quemarse a lo bonzo, atracar, robar perchas, provocar, cazar un oso. O simplemente para mirar, entrar por entrar.Adquiere una importancia abismal la actitud con la que se entra en el establecimiento: enamorado de una maniquí, silbando el himno de Riego, tarareando una cancioncilla infantil, pensando en la misión trascendental de la hache intercalada, disfrazado de Batman gris, pensando en diminutivos y halterofilia para comprar unas bragas, cantando "si te ha pillao la vaca, jódete", o pensando en la importancia de las raíces.Los animales también tienen su relevancia en el texto: la que puede tener un chimpancé al que quiere vestir, un ratón y su alfombra, un jabalí en un probador, un Minotauro indicador, un oso en un fotomatón, dos perritos vips, un elefante llamado Anónimo o un dinosaurio que come rosquillas.Una vez dentro, la acción se desenvuelve. Y aquí viene lo que viene y hay que señalar: el efecto desarmante que el consumidor produce en la dependienta (señora, señorita, chica o empleada, casi siempre mujer, y, cuando no, es impersonal), lo cual provoca también en él que salga desarmado, o desalmado, o con un producto que no buscaba, o triunfador.En este sentido se observa una progresión en la sucesión de los relatos, desde la entradaguerrera-salidadecepcionante, hasta la entradainteligente-salidaganadora.El autor nos reserva para el final una ruptura de concepto, cosa fina: 5 entradas-salidas de nuevo calibre, nivel y remate.Calidad superior, redondo libro de Saldaña. Ambos, pura luz.Marisa Lanca